¿Por qué no? Ellos son lo más importante que tenemos, están inmersos en continuos cambios, aprendizaje y, sobre todo, sobre estimulados.
No sólo los adultos tenemos preocupaciones o acumulamos tensiones. Ellos están aprendiendo a vivir y a relacionarse, y eso implica vivir situaciones que no siempre son fáciles para ellos de gestionar. Están creciendo en un mundo que va muy rápido y que sólo se centra en el exterior.
También ellos deben aprender a escucharse, a parar, a conocer los inmensos beneficios del silencio, a mirarse hacia adentro y entenderse y conocerse.
Así que mi centro también es para ellos.
Esta idea surge gracias a mis hijos, les hacía participes de mis formaciones y estaban encantados y “quietos”, que siempre están haciendo mil cosas sin parar.
Es importante que aprendan que la quietud es maravillosa, sobre todo, para la mente.
